Te ves tan lejos de mis palmas, mis enredaderas, mis atravesados arbustos,
que son mi pecho, mi cordura, no mis labios, quienes esquivan tus besos.
Bruto, mi corazon convocado se arrastra hacia tus elechos,
hacia la lluvia y el sol que los mojan, hacia la misma mano de Dios
que tocas de cuando en vez, cuando, cansada ya, ni me ves,
y son tus desgastados pies los que te alejan de mi, si un paso,
y nuestros mundanos trazos de personas no se tocan,
y la locura que fuimos alguna vez, sale huida de nuestros horizontes,
nuestras pieles, nuestras resecas bocas.
Toda esa locura la resguardo, escondida quien sabe donde, junto a la mia,
para dártela alguna vez,
si es que del yugo de tus curativas lágrimas te dejas,
si es que al largo bosque de mi vida marchas.
Y así sera toda y loca nuestra historia.