jueves, 5 de junio de 2014

El hombre es un ser finito con aspiraciones infinitas

Aquí radica la paradoja de la condición humana. Un ser terminado biológicamente y condicionado por esa expresión, arrojado dentro de una circunstancia histórica, social y económica que también limita dentro de una fatalidad, siente aspiraciones infinitas que perentoriamente le reclaman realización.

Según crecemos en la conciencia y en la acción de nuestra libertad, nos damos cuenta de que toda libertad se realiza dentro de una fatalidad, pero se realiza. Y somos tantos hombres en tanto más encendido empeño pongamos en la brega.

Un buen amigo me dejó estas palabras en mi bandeja de entrada. Se las arregló para armar dos párrafos concisos de lo que yo ya venía meditando desde hace días, por lo que mi respuesta a este párrafo fue tan inmediata como directa:

La auto-aceptación es la iluminación dentro de esta oscura burbuja en la que vivimos.

Nuestra mente está sana cuando creemos estar bien, cuando creemos que no nos falta nada, aunque en el fondo siempre sabemos que podríamos estar de otra manera teniendo algo mas o algo menos. Lo que desvía un poco mi punto principal, y supongo que debe ser así. Pero cuando estamos serenos, lúcidos, cuerdos... es cuando tenemos más capacidad de meditar. Pensar en nuestro pasado y sanamente dejarlo atrás, pensar en nuestro futuro y no sentir ansias porque sabemos que estaremos tan bien o mejor de lo que nos encontramos en ese momento. Sabemos que si no nos desviamos de ese camino podemos seguir aprendiendo aún más acerca de la aceptación. Es aquí cuando realmente somos eficientes. 

1 comentario:

  1. Pertenece a Domingo Moreno Jimenez creador del Postumismo,min abuelo fue alumno de el,que hombres tan valiosos hemos tenido.

    ResponderEliminar